
¿Cómo se explica que uno de cada tres niños fracase en la escuela? ¿Tienen sentido las explicaciones que se dan sobre ello? ¿Es culpa del niño? ¿Quizá es que es menos inteligente que sus compañeros? ¿Es vago o rebelde? ¿O es fallo del sistema educativo? La mayor parte de los fracasos se debe a que esos niños tienen una pequeña disfunción por inmadurez del sistema nervioso central. Un problema que podría ser corregido si padres, profesores y autoridades no siguieran ignorándolo. Una tercera parte de los niños en edad escolar fracasa, es decir, no consiguen aprobar los cursos, no logran alcanzar las metas asignadas para su nivel de edad, formarse y pasar hasta el último nivel educativo escolar. El fracaso escolar se repite año tras año desde hace mucho tiempo. Y ocurre en un alto porcentaje de niños tanto aquí como en los demás países occidentales. Luego la causa no puede ser el sistema educativo ya que es distinto en unos sitios y en otros. No son iguales ni los medios, ni el número de los alumnos por clase, ni la calidad de los profesores, ni las enseñanzas impartidas, ni los sistemas de evaluación… Y en todos los países, aunque se mejoren esas condiciones, el problema del fracaso escolar persiste. Es obvio pues que la causa de lo que ocurre tiene que ser otra. Si se les pregunta a los alumnos suelen responder simplemente que les cuesta mucho hacer bien algunas de las tareas que se les exigen. En cambio, si preguntamos a los que les tienen a su cargo lo que dicen es que son distraídos, vagos, inconstantes, niños que no prestan atención a lo que hacen. Sin embargo, todos sabemos que no hay niños vagos ; un niño es el ser más inquisitivo y curioso que existe, capaz de cualquier cosa para procurarse información y explicación de todo lo que tiene alrededor. Solo cuando no está sano o tiene dificultades biológicas es cuando se «apaga» esta actividad desbordante y arrolladora. Cuando se examinan los informes periódicos realizados por equipos profesionales que han evaluado procesos de este tipo, se observa que el fracaso no ha sido un hecho puntual e inadvertido sino todo lo contrario. Es más, lo común es que se haya hecho pasar al niño por un vía crucis casi público. Esos informes suelen aseverar que el niño tiene problemas de lectura y comprensión , que es lento a la hora de captar el lenguaje oral , que le falta concentración , que su nivel de atención es inconstante e insuficiente , que no está conectado en tiempo real a lo que sucede, que no es maduro para entender lo que pasa a su alrededor, que no es capaz de mantener una postura adecuada , que es desordenado , » vago «… Pero nunca explican la causa de esos comportamientos ni, por tanto, ofrecen un tratamiento dirigido a resolver el problema en sus orígenes.
LA VERDADERA CAUSA DEL FRACASO
Hoy se puede comprobar científicamente que en muchos de esos niños las funciones cerebrales que debieran ser capaces de realizar con cada uno de sus órganos sensores no están neurológicamente maduras, por lo que algunas o todas de las funciones musculares complejas no están bien desarrolladas como los movimientos oculo-motores, el desplazamiento, la manualidad o la función ventilatoria asociada al lenguaje.
Está constatado que en muchos casos los niños presentan unas mínimas disfunciones debido a que el sistema nervioso central no se ha desarrollado plenamente. Disfunciones ligeras, eso sí, pero que si no son corregidas pueden conducir al niño al fracaso escolar.
Son formas de percibir por el cerebro las cosas de manera ligeramente diferente a como son en realidad y como las capta sus órganos sensoriales, por lo que no son entendidas correctamente. Es algo que sume al niño en una evidente confusión y de ahí su lentitud, sus desorganizadas respuestas y el tremendo esfuerzo que le supone comprender las cosas. Así que lo que hace es ir abandonando las tareas que le requieren mayor esfuerzo y desgaste, de todo aquello que precisa de la participación de varios sentidos y de una coordinación muscular compleja.
En esas circunstancias al niño –o incluso adulto- no le gusta leer por el esfuerzo que le supone y lo infructuoso del resultado con lo que las actividades escolares que requieran de esta tarea se verán afectadas y el retraso se incrementará aun cuando vaya desarrollando sistemas compensatorios, «muletas» que maquillan su incapacidad.
¿HAY ALGO QUE SE PUEDA HACER PARA RESOLVER EL PROBLEMA?
Es posible, con una metodología analítica, encontrar aquellos niveles de organización cerebral en los que hay una deficiente, o incluso casi inexistente, red neuronal. Las herramientas para recuperar al niño son simples programas terapéuticos domésticos con los que poco a poco se logra una completa reorganización neuronal.
Estos programas se llevan a cabo en casa y son los padres quienes los ponen en práctica.
Es algo tan simple como restaurar el ritmo y la organización neurológica que, por una razón u otra, se vio afectada en un momento determinado del desarrollo del niño durante su crecimiento.
El tratamiento se acompaña de terapias de estimulación del cerebro en las áreas afectadas. Son ejercicios muy simples con los que se logra una estimulación frecuente de baja intensidad. Es decir, es un tratamiento causal y no meramente sintomático.
¿CÓMO SE LOGRA ESA RE-ESTIMULACION DEL CEREBRO?
A través de los sentidos. Los sentidos son los canales de entrada de información al cerebro. Aunque de los cinco, la vista, el oído y el tacto son los más importantes:
· La vista : la función visual cerebral requiere de la adaptación pupilar y de una correcta actividad nerviosa de los músculos oculares extrínsecos. Si eso no ocurre, el niño ve como si le hubieran administrado un colirio suave para paralizarle la acomodación de la pupila y el movimiento ocular, con la lógica alteración de la función cortical de la lectura y su comprensión.
· El oído : El cerebro necesita tener la suficiente capacidad de discriminación de frecuencias auditivas con la fineza necesaria y ser estimulado a niveles adecuados. Cualquier alteración de esta función lleva a la imposibilidad de centrarse en lo que se quiere oír y todo lo que acontece simultáneamente, generándose una causa permanente de perturbación neurológica que, con frecuencia, se convierte a su vez en causa desorganizativa de otras funciones.
· El tacto : una buena percepción táctil es imprescindible y presupone la ausencia de reflejos táctiles que incapacitarían al niño para sentir llevando al cerebro a no saber lo que está sucediendo en el cuerpo ni a discriminar entre sensaciones parecidas pero distintas.
· Un «sentido» apenas conocido: el que capta la fuerza gravitatoria de la Tierra sobre nosotros y permite descifrar los cambios de posición y los parámetros que intervienen en el movimiento de nuestro cuerpo y por lo tanto, en la coordinación y cuya percepción continua posibilita que la percepción de los otros sentidos sea correcta.
Es pues posible integrar a un niño con dificultades de aprendizaje a su medio natural sin la patología que le generaba su fracaso escolar. Y es posible hacerlo con un alto nivel de autoestima que le proyectará hacia una vida plena en todos los órdenes.
Carlos Gardeta Oliveros. Institutos FAY
Con la autorización de: http://www.solohijos.com
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